BUENOS AIRES — El frustrado atentado contra la vicepresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, que ha movilizado de forma masiva a sus simpatizantes, abrió el interrogante de cuánto más se profundizará la grieta entre los que aman y odian a la principal figura política argentina de las últimas dos décadas.
La histórica Plaza de Mayo fue epicentro de una multitudinaria movilización de partidarios del oficialista Frente de Todos para apoyar a la también expresidenta (2007-2015), quien la víspera se salvó por muy poco de morir acribillada en manos de un hombre que la apuntó con un arma en las inmediaciones de su vivienda en Buenos Aires.
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Desde hace más de dos décadas Fernández de Kirchner es una figura central de la política argentina, donde ha ejercido como legisladora, presidenta durante dos mandatos consecutivos y ahora vicepresidenta. Las aguas se dividen entre los que la admiran por considerar que sus gobiernos conquistaron derechos civiles y garantizaron políticas sociales en favor de los sectores empobrecidos y los que la califican de demagoga y corrupta.
“Frente al intento de asesinato de la principal dirigente política del país, nadie que defienda la República puede permanecer en silencio o anteponer sus diferencias ideológicas al repudio unánime que esta acción depara”, dijeron los organizadores del acto en un documento leído por la actriz Alejandra Darín, escoltada por ministros, dirigentes sociales, sindicales, políticos y empresarios.
Los adherentes al texto atribuyeron el ataque a “un discurso de odio, de negación del otro, de estigmatización, de criminalización de cualquier dirigente popular o afín al peronismo, y aún de cualquier simpatizante”.
ESCENARIOS INQUIETANTES PARA ARGENTINA
Analistas consultados dijeron que la agresión contra la vicepresidenta supone un punto de inflexión en la realidad política que abre escenarios inquietantes.
Sergio Berenzstein dijo a The Associated Press que la agresión puede dar pie a un escenario optimista de “ratificación de los valores democráticos” en una Argentina atravesada en distintos momentos de su historia por la violencia política, o uno pesimista que suponga “un retroceso y una mayor fragmentación con algunos hechos violentos en el contexto de una grieta donde una parte de la sociedad ve a la otra no como adversaria política, sino como enemiga”.
“Soy prudente; estamos en las primeras horas, las reacciones de los principales dirigentes (políticos) pueden ser cruciales para conducir a una dirección u otra”, indicó el analista político.
El intento de magnicidio se produjo la noche del jueves cuando la vicepresidenta llegaba a su vivienda y en momentos en que enfrenta el primer juicio oral desde que dejó la presidencia en 2015 por supuestamente haber direccionado decenas de obras viales durante su gobierno a un empresario allegado. Ella niega las acusaciones y considera que es víctima de la persecución de sectores de la justicia que responderían a la principal fuerza opositora.
Cientos de simpatizantes de la dirigente peronista se juntan todos los días frente a su vivienda en Buenos Aires para darle su apoyo luego de que en agosto los fiscales del juicio solicitaron una condena de prisión de 12 años para la acusada.
DUDAN DEL ATENTADO FRUSTRADO: ¿FUE ALGO PREPARADO?
Mariel Fornoni, de la consultora Management & Fit, dijo que “así como la opinión pública tiene ya un dictamen sobre si robó o no antes de que la justicia se pronuncie, también lo tiene sobre lo que pasó ayer (jueves)”.
“Ahora se abre la grieta de la grieta, porque tenemos a los que no están de acuerdo con Cristina y consideran que (el intento de atentado) fue un escenario armado y los que creen que fue real”, sostuvo Fornoni.
Andrés Casaola, un manifestante dijo a la AP en Plaza de Mayo que “ayer (jueves) no salió una bala por una cuestión técnica evidentemente porque estaba todo probado que la bala tenía la intención de salir, esa bala es el resumen de un discurso de odio”.
En el mismo lugar, la peronista Mabel Lescano, quien llevaba sobre sus hombros una bandera argentina con el rostro de Eva Perón, pidió “lograr respeto entre los argentinos y que no se fomente más el odio porque la gente va acumulando odio y después deriva, puede ser en esta persona bajo qué influencia actuó o si lo hizo solo o cualquier otra persona a la que se le infunde odio y más odio todos estos años”.
Los seguidores de las vicepresidenta marchaban al grito de “paso, paso, paso, se viene el Cristinazo” y “si la tocan a Cristina, que quilombo (lío) se va a armar”.
Si bien en líneas generales los opositores repudiaron el intento de homicidio contra la vicepresidenta, unas pocas voces advirtieron sobre el uso político del ataque.
“Todo armado, qué pantomima. Ya no saben qué hacer para victimizarla”, expresó en Twitter la diputada provincial de Santa Fe, Amalia Granata. “Demasiados obvios. Se les acaba la joda del choreo (robo) y la corrupción. Vamos, Argentina, que podemos salir adelante sin estos delincuentes”.
La analista Fornoni consideró que es probable que la imagen de la vicepresidenta -golpeada en las encuestas en parte por las acusaciones de corrupción- “crezca en el corto plazo, aunque al mismo tiempo la situación genera un escenario de mucha incertidumbre que complica la economía”, ya en crisis.
Mariano Machado, analista principal para América Latina de la consultora de riesgo Verisk Maplecroft, dijo que el fallido intento de magnicidio “abre la caja de Pandora”.
“Existe el riesgo de que se produzca una escalada de protestas en un país que ya experimenta un riesgo extremo de perturbación de los negocios como consecuencia de las movilizaciones sociales”, opinó el experto. “La forma en que los principales actores influyentes de cada lado del pasillo se posicionen durante las próximas 48 horas determinará la trayectoria de estos riesgos en el futuro”.
Para Patricio Giusto, director de la consultora Diagnóstico Político, “la grieta está que arde” y más allá de cómo actúe la dirigencia política “la sociedad está muy agitada”.