LONDRES - El primer ministro británico, Boris Johnson, asumió este miércoles su "responsabilidad" y pidió perdón a los ciudadanos por haber acudido a lo que consideraba un "evento laboral" en el jardín de su residencia de Downing Street en 2020, en pleno confinamiento, frente a los llamamientos de la oposición para que dimita.
Con su credibilidad bajo mínimos, el líder dio el miércoles explicaciones en la sesión de control en la Cámara de los Comunes, por primera vez desde que la prensa nacional destapara que el 20 de mayo de hace dos años los jardines de la sede del Ejecutivo albergaron un acto social al que acudieron unas 40 personas, de un centenar que habían sido invitadas.
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Ese encuentro, en el que hubo bebida y picoteo, tuvo lugar mientras la población acataba severas restricciones sociales por la pandemia, impuestas precisamente por el gobierno, que prohibían acudir a funerales, visitar a familiares hospitalizados y restringían al máximo cualquier interacción social.
"Me quiero disculpar. Sé que millones de ciudadanos de este país han hecho sacrificios extraordinarios durante los últimos 18 meses. Sé la angustia por la que han pasado, sin poder llorar a sus familiares, sin poder vivir su vida como querían o hacer las cosas que les gustan", dijo Johnson, consciente de la "rabia" que ahora siente la población hacia él y su gabinete.
Sin embargo, el jefe del Ejecutivo insistió en que pensó que se trataba de una cita de trabajo y no de una celebración -lo que potencialmente le exoneraría de haber infringido las normas -, aunque en la invitación enviada por su secretario personal, Martin Reynolds, se instaba a los asistentes a traer "su propia bebida" y a juntarse aprovechando "el buen tiempo".
EL MEA CULPA DE JOHNSON NO CONVENCE
Pese a la presión de los últimos días por parte de distintos sectores, el político había rehusado, hasta el miércoles, confirmar su asistencia a la controvertida reunión.
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"No puedo anticipar las conclusiones que arrojará la pesquisa actual -por la investigación interna que lleva a cabo la alta funcionaria Sue Gray sobre presuntos encuentros en Downing Street durante 2020-, pero he aprendido lo suficiente para saber que hubo cosas que simplemente no hicimos bien y debo asumir la responsabilidad", admitió el "premier".
El evento por el que se ha disculpado tuvo lugar pocas semanas después de que él mismo fuera dado de alta, el 12 de abril de ese año, del Hospital St. Thomas en Londres, donde permaneció ingresado ocho días (varios en cuidados intensivos) a causa del COVID-19.
En su intervención del miércoles, Johnson mantuvo que cuando salió al jardín de Downing Street el siguiente 20 de mayo "para dar las gracias a los empleados", antes de volver a su oficina "a seguir trabajando 25 minutos después", creyó "implícitamente que se trataba de un evento de trabajo".
Ahora, dijo, ve "con perspectiva" que "debería haber enviado a todo el mundo dentro y haber encontrado otra manera de darles las gracias", además de haber reconocido "que incluso si pudiera decirse técnicamente que (el evento) se ajustaba a la normativa, había millones y millones de personas que simplemente no lo verían de esa manera". Estos argumentos fueron recibidos con abucheos, incredulidad e indignación por los diputados.
Tras haberse desplomado en las encuestas, la supervivencia de Johnson como primer ministro depende en buena medida de la reacción de sus propios diputados conservadores, que podrían instigar unas elecciones internas para sustituirle.
Por su parte, el Laborismo, el Partido Nacionalista Escocés (SNP) y el Partido Liberal Demócrata han pedido que dimita.
Keir Starmer, líder del Partido Laborista -principal grupo opositor-, fue implacable en su respuesta, al acusar a su rival de desplegar un "espectáculo patético".
Consideró "ofensivo" para los británicos que su primer ministro ofrezca como disculpa el argumento de que "no sabía que iba a una fiesta", sino que pensaba que se trataba de "un evento de trabajo".
"¿Va a hacer ahora lo correcto y dimitir?", se preguntó Starmer.
El líder del SNP en Westminster, Ian Blackford, dijo que, si el propio Johnson no tiene "ningún sentido de la vergüenza", tendría que ser su partido "el que actuara" para destituirlo, al tiempo que el liberaldemócrata Ed Davey le instaba a dimitir. El conservador Christian Wakeford se preguntaba en Twitter: "¿Cómo se defiende lo indefendible?".