GUADALAJARA - Pasaron 70 años para que los Rojinegros del Atlas conquistaran su segundo título del fútbol mexicano y lo hizo frente a su público, a "la fiel" como es llamada la afición rojinegro, y a su estilo: en el filo de la navaja, la ronda de penaltis.
Pero dos tiros detenidos por el colombiano Camilo Vargas y un gol del argentino Julio Furch concretaron el milagro que en el día de la Virgen de Guadalupe, la figura más amada de México, acabó con siete décadas de derrotas y burlas para el cuadro hoy dirigido por el argentino Diego Cocca.
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Humillados por años a la sombra de las Chivas de Guadalajara, con las que comparten territorio, los aficionados del Atlas aguantaron burlas, arreciadas cuando se clasificaron a la final del Apertura contra León, con el que empataron 3-3 antes de vencer en penaltis.
UNA FINAL INOLVIDABLE
El anhelado encuentro reunió ingredientes que le agregaron un toque especial, ya que inició con un minuto de aplausos en memoria de Vicente Fernández, el ídolo de la música ranchera que murió horas antes.
Además, de forma espontánea el público que llenó el estadio Jalisco coreó el tema "Volver volver" en honor del "Charro de Huentitán".
Esa noche la ausencia de otro Fernández, Alejandro, también resultó muy sentida por la afición. El menor de Los Tres Potrillos, fiel seguidor atlista, había sido convocado a entonar el Himno Nacional en la Final, pero lo ocurrido a su padre no le permitió llegar al encuentro que esperaba desde niño.
REMONTAN HASTA EL BULLYING
En la semana los rivales de los Rojinegros fueron creativos en el bullying y no cesaron de reír a costa de lo que vaticinaban sería un nuevo fracaso.
Atlas es un cuadro acostumbrado a pelear por no descender, pero semestre cambió su hoja de ruta con una defensa ordenada y una buena combinación de Furch con el colombiano Julián Quiñones.
La dupla ofensiva mostró buen tino en el área en la fase regular, el argentino con seis anotaciones, el colombiano, con cinco, pero con lo que hizo diferencia fue con la alegría, el entendimiento y la filosofía de ir por un triunfo cada vez.
Criticado porque el equipo no fue espectacular, Cocca se concentró en provocar lluvia para terminar con la sequía. Garantizó el orden de su defensa y solo a partir de ahí buscó goles con la idea de que una victoria 1-0 vale tanto como una goleada.
Así, con un resultado adverso en el partido de ida, 3-2 con un error de Vargas, el mejor portero del torneo, Cocca asumió un rol más de brujo que de entrenador y anunció el futuro.
"Él nos ha salvado un montón de veces. El puesto de arquero es muy ingrato, pero el domingo va a estar entero y nos va a llevar al título, confiamos en Camilo", pronosticó el técnico en plan de artista de la cartomancia.
Y así ocurrió. Tras los 120 minutos que duró el domingo el duelo de vuelta, prórroga incluida, después de un gol de Aldo Rocha para empatar la final.
Minutos antes de los penaltis, Vargas tocó con su frente la de Furch, puso el oído para un mensaje del defensa Diego Barbosa y abrazó a su compañero Aníbal Chala.
Fue el último acto antes de renacer de sus cenizas, detenerle penaltis a Fernando Navarro y Luis Montes y con la ayuda de sus amigos, Furch con el gol decisivo, darle el título a su equipo.
Y para corresponder al apoyo de los suyos, Atlas publicó un mensaje en el que dedican el campeonato a los seguidores presentes y del pasado, que conmovió a muchos.
El triunfo fue celebrado por la afición jalisciense que se mantuvo celebrando en la glorieta de los Niños Héroes, en la capital tapatía.