MIAMI — El presidente Joe Biden llegó hace un año al poder con promesas de que cambiaría las políticas amenazadoras y de mano dura hacia Latinoamérica que había impulsado su antecesor, Donald Trump. La propuesta de Biden era colaborar y dialogar más con la región.
No obstante, apenas asumió se encontró con una pandemia que convirtió a Estados Unidos en la nación con más enfermos y muertos en el mundo por COVID-19, y una economía fuertemente golpeada. Su atención se concentró entonces en urgencias domésticas.
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“Latinoamérica nunca iba a ser una prioridad para el gobierno de Biden, simplemente iba a haber una forma diferente de relacionarse con la región. Esa fue la promesa”, expresó Eric Farnsworth, vicepresidente del Consejo de las Américas. “Después de un año, tenemos expectativas incumplidas para la región, y una oportunidad verdadera para relanzar un enfoque efectivo”.
EL COVID LE PUSO FRENO A ALGUNAS DE SUS INTENCIONES EN LA REGIÓN
Ese enfoque, dice Biden, se concentra en lograr bienestar y fortalecer la democracia en las Américas. Como ejemplos apunta la donación de más de 60 millones de dosis de vacunas contra el COVID-19, casi 17 millones de ellas a Centroamérica.
“Esta administración ve a América Latina como un recurso estratégico de prosperidad y diversidad de resiliencia para los Estados Unidos, y el desarrollo democrático de la región es algo que es fundamentalmente de interés nacional de los Estados Unidos”, expresó a la AP Juan González, director del Consejo de Seguridad Nacional para el Hemisferio Occidental.
DEMOCRACIA Y CORRUPCIÓN
La defensa de la democracia es un enfoque central de Biden respecto a Latinoamérica. El gobierno estadounidense celebró la Cumbre de la Democracia en diciembre, a la que varios países latinoamericanos —entre ellos Bolivia, Cuba, El Salvador, Guatemala y Honduras— no fueron invitados.
Biden ha denunciado el deterioro de la democracia en Nicaragua, donde ha criticado de forma insistente la detención de opositores al gobierno del presidente Daniel Ortega. Respecto a Cuba, la administración estadounidense ha dicho que la respuesta del gobierno cubano a las protestas que hubo en la isla el 11 de julio demuestra una grave falta de democracia en el país. Como resultado, Biden ha mantenido las sanciones que impuso Trump.
La tendencia al autoritarismo va ligada a la lucha contra la corrupción, otro desafío que Estados Unidos ha dicho de forma repetida que quiere combatir en Latinoamérica. En Guatemala, Estados Unidos ha denunciado lo que describe como un declive de la independencia judicial, debido a despidos de fiscales que denuncian corrupción en el país.
El gobierno de Biden también criticó a la gestión de El Salvador por cancelar la Comisión Internacional contra la Impunidad, por limitar el acceso a información pública y por destituir a jueces y fiscales. La principal diplomática allí, Jean Manes, anunció el año pasado su retiro del país.
“Existe el miedo de que El Salvador, Guatemala, podrían convertirse en otra Nicaragua, en un deterioro de condiciones políticas, de elecciones libres, de instituciones democráticas”, opinó Maureen Meyer, experta de la organización defensora de derechos humanos con sede en Washington WOLA.
Para denunciar la corrupción y las violaciones de derechos humanos, Biden ha implementado sanciones contra funcionarios de Nicaragua, Guatemala, Venezuela y Cuba, algo que le ha merecido duras críticas.
González admite que es una situación difícil. “El tema de la corrupción es clave y es complicado porque muchas de las reformas necesarias en Centroamérica, pero también en otros países de la región, amenazan ciertos intereses y en ciertos casos van en contra de los intereses políticos de ciertos gobiernos”, expresó el funcionario, sin identificar a nadie.
MIGRACIÓN Y CENTROAMÉRICA
En lugar de disminuir, la migración de decenas de miles de migrantes hacia la frontera sur de Estados Unidos ha aumentado y se ha convertido en uno de los principales retos para Washington.
El gobierno ha dicho que en lugar de cerrar fronteras, busca atacar las raíces del problema migratorio, las causas económicas y de pobreza, la corrupción y la falta de incentivos de la población para permanecer en sus países. Prometió así $4,000 millones de ayuda a Centroamérica, aunque el Congreso aún no ha aprobado ese dinero.
En un viaje a la región en junio, la vicepresidenta Kamala Harris —la funcionaria de más rango en viajar a Latinoamérica— anunció otros $310 millones para enfrentar la pandemia y desastres naturales.
A pesar de estos programas, en la frontera, Biden ha seguido con la prohibición al acceso de latinoamericanos que piden asilo y ha persistido en políticas que implementaba Trump, como una acción ejecutiva conocida como Título 42, que alegando posibles contagios por la pandemia, frena la entrada de migrantes por la frontera.
CUBA, VENEZUELA Y NICARAGUA
La lucha en favor de la democracia y la transparencia ha estado de la mano de medidas para combatir la corrupción, entre ellas sanciones que incluyen congelamiento de activos y suspensión de visas de funcionarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua, junto con acusaciones en tribunales de Estados Unidos.
La política hacia Cuba ha sido la fuente de “más frustración”, con más sanciones en lugar de lograr el acercamiento de las familias a uno y otro lado del estrecho de la Florida, como había prometido, indicó Meyer.
El gobierno asegura que no puede haber acercamiento con la isla mientras existan violaciones a los derechos humanos, detenciones arbitrarias y juicios sumarios, como ha sucedido después de las protestas masivas de julio.
Con Venezuela, Estados Unidos ha alentado el diálogo del oficialismo con la oposición y ha asegurado que podría revisar su política de presión y sanciones si el presidente Nicolás Maduro y la oposición retoman el diálogo y avanzan con resultados tangibles.
“Estamos dispuestos a dialogar con quien sea, pero el objetivo aquí no es respaldar a un régimen autócrata”, dijo González refiriéndose a Nicaragua. “La estrategia está enfocada en temas democráticos, no en quien está de acuerdo con nosotros o no está de acuerdo con nosotros, sino que empodera a los venezolanos, a los nicaragüenses y a los cubanos a que ellos sean los que determinen su propio futuro”.
Cuba y Nicaragua han acusado a Estados Unidos de entrometerse en sus asuntos internos y han dicho que los opositores detenidos buscaban desestabilizar el país con ayuda externa.
Venezuela, en tanto, ha acusado a Washington de dar una “puñalada mortal” al diálogo con la oposición. Maduro resolvió interrumpir las negociaciones después que un empresario colombiano que habría sido su aliado fue extraditado desde Cabo Verde a Miami para enfrentar acusaciones de lavado de dinero y corrupción.
MÉXICO
México es el principal socio comercial de Estados Unidos en la región y aunque hay tensiones, también existe cooperación.
Biden necesita a México para frenar la migración y por un tema de seguridad nacional, aseguran expertos. “Hay mucho en juego con México”, expresó Farnsworth, el analista del Consejo de las Américas, tras asegurar que Washington no puede darse el lujo de romper las relaciones con su vecino.
“Por eso Estados Unidos se ha estado focalizando en una agenda muy pragmática, para cooperar en lo que se pueda”.
México ha hecho cosas que han enojado a Biden, como invitar al gobernante cubano Miguel Díaz Canel a la celebración del día de la independencia y pedir a Biden que levante el bloqueo económico a la isla, o aceptar la presencia de Maduro en una cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Pero a pesar de esas provocaciones, Estados Unidos no respondió con acciones porque “necesita la cooperación de México”, explicó el experto.