TIJUANA, Baja California - Dos décadas transcurrieron para que el veterano de Estados Unidos Raúl Calix y su familia pudieran pasar la temporada de fiestas reunidos en familia.
Este martes vivieron el mejor regalo de Navidad, pues después de 20 años de estar separados luego de que él fuera deportado, pudo regresar al país.
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"Nunca creí que era posible que alguien que ha servido a su país lo iban a deportar por cualquier cosa que uno haga, así que fue una sorpresa para mi", dijo Calix, quien fungió como infante de marina de Estados Unidos.
La deportación fue una amarga sorpresa que le cambió la vida. Problemas legales provocaron primeramente que regresara deportado a su natal Honduras.
“Fui a la cárcel y pensé que después de servir en prisión me iba a ir a casa, y la sorpresa es que me pusieron en detención y salí bajo fianza para pelear la deportación, pero perdí la deportación y en 2005 me deportaron", recordó Calix.
Esto marcó a su familia, pero fueron ellos quienes hicieron lo posible por nunca dejarlo solo, según dijo su esposa, María de los Ángeles López, quien recuerda que estos años no fueron sencillos.
“Cuando tenía que ir a Honduras a verlo, dejar las niñas y después el cambio, porque yo he vivido toda mi vida en Estados Unidos. El deportado queda abandonado y lo bueno que tuve el apoyo de mis hijas para venir a verlo (a México)”, destacó.
Inmigración
Y es que durante los pasados 13 años, Raúl vivió en Rosarito, Baja California, para estar más cerca de su hogar en Los Ángeles. Allí estuvo esperando el momento de poder regresar al país que también considera suyo y volver a tener una reunión familiar con sus cuatro hijas y ahora 12 nietos.
Irene, su hija, hoy vive la alegría con un nudo en la garganta, al saber que el sueño por fin será una realidad. “(Es) una gran emoción de que al fin va a regresar”, señaló.
A través de un permiso humanitario, para estar con su hermana enferma de cáncer, y volver a ver a su madre de más de 90 años, Calix regresó a Estados Unidos después de casi 20 años.
“Fue como un regalo, el mejor regalo navideño que puedes tener, porque fueron muchos años de espera”, destacó su esposa.
Lleno de emociones y acompañado de su esposa y su hija, se presentó en la garita de San Ysidro, con documentos en mano, para cruzar la frontera con un permiso por un año, y también con la esperanza de regularizar su estadía, sumándose a todos aquellos veteranos deportados que pueden regresar a casa.