KABUL — La última fase para poner fin a la “guerra inacabable” de Estados Unidos en Afganistán tras 20 años comenzó formalmente el sábado. Se espera que la retirada total de las tropas de Washington y la OTAN se complete al final de verano.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, fijó el 1 de mayo como el inicio oficial de la salida de los soldados que quedan en el país: entre 2,500 y 3,500 estadounidenses y alrededor de 7,000 de la OTAN.
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Pero el hercúleo esfuerzo de empacar comenzó ya había comenzado antes incluso del sábado.
El Ejército ha estado haciendo inventario para decidir qué envía de regreso a Estados Unidos, qué entrega a las fuerzas de seguridad afganas y qué vende como chatarra en los mercados locales. En las últimas semanas, enormes aviones de carga C-17 llevaron equipos de vuelta al país.
Se estima que Estados Unidos ha gastado más de $2 billones en Afganistán en las dos últimas décadas, según el proyecto los Costos de Guerra de la Universidad de Brown, que documenta los costos ocultos de la operación militar estadounidense.
Funcionarios del Departamento de Defensa y diplomáticos dijeron a The Associated Press que la retirada supuso el cierre de bases más pequeñas en el último año. Desde que, a mediados de abril, Biden anunció que la retirada se completaría al final del verano, apenas 60 militares han dejado el país.
Washington y sus aliados de la OTAN invadieron Afganistán juntos el 7 de octubre de 2001 para buscar a los miembros de Al Qaeda que perpetraron los ataques terroristas del 11 de septiembre, que vivían allí bajo la protección del gobierno talibán. Dos meses más tarde, los talibanes habían sido derrotados y los combatientes de Al Qaeda y su líder, Osama bin Laden, estaban prófugos.
En su anuncio, Biden señaló que la misión inicial del operativo se cumplió hace una década cuando un comando SEAL de la Armada mató a bin Laden en su escondite en el vecino Pakistán. Desde entonces, Al Qaeda se ha degradado y la amenaza terrorista se ha transformado en un fenómeno global que no se contiene con miles de soldados en un país, afirmó.
Por el momento, ni Estados Unidos ni la OTAN recibieron la promesa de los talibanes de que no atacarán a las tropas durante la retirada. En respuesta a preguntas, el vocero del grupo insurgente, Suhail Shaheen, dijo que los talibanes siguen valorando su estrategia.
El grupo sigue acusando a Washington de romper el acuerdo alcanzado con el predecesor de Biden, Donald Trump, hace más de un año. Según ese documento, Estados Unidos decía que habría sacado a todos sus efectivos del país el 1 de mayo.
La violencia en el país repuntó desde el acuerdo firmado en febrero de 2020. Las conversaciones de paz entre los talibanes y el gobierno afgano, que formaban parte del acuerdo, se estancaron rápidamente. El viernes, un camión bomba mató a 21 personas en la provincia oriental de Logar, en su mayoría policías y estudiantes.
La población afgana ha pagado un alto precio desde 2001, con 47,245 civiles asesinados, según el proyecto Costos de Guerra. Millones más están desplazados dentro del propio país o huyeron a Pakistán, Irán o Europa.
Se espera que las fuerzas de seguridad afganas queden sometidas a una creciente presión por parte de los talibanes tras la retirada si no se alcanza un acuerdo de paz hasta entonces, apuntaron observadores afganos.
Desde el inicio de la guerra han sufrido grandes pérdidas, con estimaciones que oscilan entre los 66,000 y los 69,000 soldados afganos muertos. El ejército se ha visto salpicado por la corrupción. Estados Unidos y la OTAN pagan $4,000 millones anuales para el mantenimiento de la fuerza.