Hyundai y Kia emitieron en septiembre una llamada a revisión de 3.4 millones de sus vehículos en Estados Unidos con una alarmante advertencia: los vehículos debían estacionarse al aire libre y lejos de edificios porque corrían el riesgo de incendiarse, tanto si los motores estaban encendidos como apagados.
Seis meses después, la mayoría de esos vehículos siguen en circulación —todavía sin reparar—, poniendo a sus propietarios, a sus familias y potencialmente a otras personas en peligro por incendios que podrían propagarse a garajes, casas u otros vehículos.
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Hyundai y Kia han reconocido que hay pocas esperanzas de reparar la mayoría de los vehículos afectados hasta junio o después, aproximadamente nueve meses después que anunciaran las llamadas a revisión.
Hyundai es propietaria de parte de Kia, aunque las dos empresas operan de forma independiente.
Ambas automotrices atribuyen los retrasos, en parte, al enorme número de vehículos afectados, que representan una de las más grandes llamadas a revisión que han realizado nunca. Los incendios, afirman, se han producido cuando el líquido de frenos se filtró en las placas de circuitos de los sistemas antibloqueo de frenos, provocando un cortocircuito eléctrico y inflamando el líquido.
Las empresas afirman que no han podido obtener las piezas necesarias —fusibles que reducen la corriente eléctrica de las placas— para reparar la mayoría de los vehículos afectados. Entre ellos se encuentran algunos de sus modelos más vendidos entre 2010 y 2017, como el SUV Santa Fe y el auto Elantra de Hyundai y la SUV Sportage y el sedán Forte de Kia.
Hyundai y Kia han instado a los propietarios de los vehículos a ponerse en contacto con las empresas o los concesionarios si ven luces de advertencia en el tablero de instrumentos o huelen algo a quemado. Mientras tanto, ambas empresas sostienen que a pesar de los riesgos en curso, sigue siendo seguro conducir los vehículos.
Cuando anunciaron la llamada a revisión en septiembre, los dos fabricantes de automóviles informaron que el defecto había causado 56 incendios de vehículos e “incidentes térmicos”, que incluyen quemaduras, derretimientos y humo. No se han registrado heridos ni muertos, ni antes ni después de la llamada a revisión.
Sin embargo, grupos que defienden la seguridad automovilística se quejan de que las reparaciones se están demorando mucho más de lo habitual. Normalmente, estas reparaciones empiezan en 10 semanas o menos, aunque algunas pueden durar más si las automotrices no logran determinar rápidamente la causa, lo que no es el caso del problema de Hyundai y Kia.
A la espera de las reparaciones, los propietarios de los vehículos afectados deben estacionar en el exterior y alejados de otras unidades a fin de minimizar los riesgos. Quienes abogan por la seguridad automovilística señalan que una fuga excesiva de líquido de frenos puede perjudicar el frenado o alargar la distancia necesaria para detener el vehículo.
Las reparaciones atrasadas representan la más reciente de una larga serie de llamadas a revisión por incendios en los motores de vehículos Hyundai y Kia que han afectado a los dos fabricantes coreanos desde 2015. En total, 13 millones de sus vehículos han sido retirados por problemas en el motor desde 2010.
Con la actual llamada a revisión, los grupos de seguridad automovilística se preguntan por qué Hyundai y Kia tardan tanto en obtener los fusibles necesarios, una pieza relativamente sencilla. Algunos también se preguntan si un fusible solucionará de forma fiable la fuga de líquido de frenos. Algunos críticos creen que las empresas están tratando de ahorrar dinero mediante la identificación de la solución a través de un nuevo fusible, que es mucho menos costoso que la reparación de las fugas de líquido.
“Están poniendo una curita en este asunto”, dijo Michael Brooks, director ejecutivo de la organización sin ánimo de lucro Center for Auto Safety. “Parece que es una solución barata en lugar de reparar todo el sistema antibloqueo de frenos”.