El exvicepresidente Mike Pence abandonó el sábado su campaña por la candidatura presidencial republicana debido a las dificultades para recaudar fondos y avanzar en las encuestas.
“Después de mucho orar y deliberar, he decidido suspender mi campaña por la presidencia a partir de hoy”, dijo Pence en una reunión de la Coalición Judía Republicana en Las Vegas. “Siempre supimos que sería una batalla cuesta arriba, pero no tengo remordimientos”.
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Pence es el primer candidato importante que abandona una contienda que ha estado dominada por su antiguo jefe convertido en rival, Donald Trump.
La decisión, a más de dos meses de las asambleas de Iowa a las que había apostado su campaña, salva a Pence del bochorno de no poder clasificarse para el tercer debate de las primarias republicanas, el 8 de noviembre en Miami.
Pero la retirada es un duro golpe para un político que pasó años esperando su momento como el teniente más leal de Trump, solo para ser el chivo expiatorio durante sus últimos días en el cargo, cuando Trump se convenció de que Pence de alguna manera tenía el poder de anular los resultados de las elecciones de 2020 y mantener a ambos hombres en el cargo, algo que no podía hacer un vicepresidente.
Aunque Pence evitó una crisis constitucional al rechazar el plan, atrajo la furia de Trump, así como la ira de muchos de los partidarios de este, que creyeron sus mentiras y todavía ven a Pence como un traidor.
Entre los críticos de Trump, mientras tanto, Pence fue visto como un facilitador que defendió al expresidente en todo momento y se negó a criticar incluso las acciones más indefendibles de Trump una y otra vez.
Como resultado, un estudio de Centro NORC de Investigación de Asuntos Públicos y The Associated Press de agosto reveló que la mayoría de los adultos estadounidenses, el 57%, veía a Pence de forma negativa, y solo el 28% tenía una opinión positiva.