WASHINGTON DC - La Corte Suprema de Estados Unidos pareció este martes inclinarse por mantener la regulación del gobierno de Joe Biden sobre las llamadas armas fantasma, aquellas que son de fabricación casera.
El alto tribunal, de mayoría conservadora, celebró una primera audiencia para determinar si la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, en inglés) excedió sus competencias en 2022 al regular ese tipo de armamento, como sostienen los grupos proarmas.
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Al escuchar los argumentos a favor y en contra, la mayoría de magistrados, incluido el presidente de la Corte, John Roberts, pareció partidaria de mantener la regulación, algo que resultaría inusual por parte del actual tribunal, escorado a la derecha.
Conocidas como armas fantasma, son kits que un usuario puede comprar en tiendas o a través de internet para ensamblar un arma de fuego completamente funcional.
Por tanto, carecen de número de serie, no requieren verificación de antecedentes de quién las compra y no proporcionan registros de transferencia para una fácil trazabilidad.
Ante el aumento de incautaciones de ese tipo de armas por parte de la Policía, Biden anunció en abril de 2022 una nueva regulación que cambió la definición legal de armas para poder incluir aquellas que están en piezas o que son fabricadas con impresoras 3D.
Bajo la nueva norma, los kits de las piezas que componen las armas fantasma deben tener números de serie que permitan su identificación y quienes los compren deben someterse a la misma verificación de antecedentes por la que pasan quienes adquieren armas tradicionales.
Compuesto por seis jueces conservadores y tres progresistas, la Corte ha emitido en los últimos años varios fallos en contra de regular la posesión de armas, que es un derecho consagrado en la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense.
El pasado junio, por ejemplo, eliminó la prohibición federal, promulgada por el expresidente republicano Donald Trump (2017-2021), de los aceleradores de disparos, usados en la matanza en 2017 en un festival de música en Las Vegas, la peor de la historia del país, con unos 60 muertos.