WASHINGTON - Las elecciones legislativas del 8 de noviembre tienen cierto sabor a campaña presidencial. El actual mandatario Joe Biden y su antecesor Donald Trump las han convertido en una continuación de los comicios de 2020 y un adelanto de lo que podría ocurrir en el próximo ciclo de 2024.
Biden y Trump se han pisado los talones durante buena parte de la campaña. Los dos dieron comienzo a la temporada electoral en septiembre con eventos en Pensilvania y este sábado vuelven a este estado, en un intento por arañar votos antes del martes.
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Pensilvania será clave para determinar qué partido dominará el Senado, pero también tiene un significado personal para ambos líderes: Trump ganó ese estado en 2016, Biden se lo arrebató en 2020 y, si ambos compiten en las elecciones presidenciales de 2024, Pensilvania podría decidir el vencedor.
AMBOS HAN PARTICIPADO DE LLENO EN LAS CAMPAÑAS ELECTORALES
Con sus apariciones en Pensilvania y otros estados clave, como Florida y Ohio, Biden y Trump han convertido en una competición personal las elecciones legislativas, en las que los demócratas se juegan la mayoría en el Congreso.
Se trata de un fenómeno casi sin precedentes en la historia de Estados Unidos porque rara vez un expresidente ha jugado un papel tan relevante en unas elecciones legislativas, dijo a Efe Karen Hult, experta en la presidencia estadounidense en la Universidad de Virginia Tech.
Históricamente, los expresidentes dejan la Casa Blanca y desaparecen de la vida pública; pero, Trump se ha negado a reconocer su derrota frente a Biden en los comicios de 2020 y ha seguido propagando sus mentiras de fraude electoral.
Además, Trump va dejando cada vez más claras sus intenciones: El pasado jueves, en un evento de campaña en Iowa, dijo que "muy probablemente" buscará ser candidato a las presidenciales de 2024 y pidió a sus seguidores que "se preparen" para ese momento.
Solo una vez en la historia reciente otro expresidente estuvo tan involucrado en las elecciones de medio término.
Fue el caso del republicano Herbert Hoover, quien intentó volver al poder pese a haber perdido en 1932 frente al demócrata Franklin Delano Roosevelt y, en las elecciones de medio término de 1934, creía que aún tenía un futuro político por delante, explicó Hult.
A diferencia de sus antecesores, Trump se metió de lleno en el proceso de primarias de su partido para premiar a quienes le han sido fieles y castigar a quienes se volvieron en su contra, como Liz Cheney que participó en una investigación sobre el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.
Trump, que sigue siendo el líder del Partido Republicano, también ha recaudado millones de dólares para los candidatos fieles a él.
Por su parte, Biden ha afrontado las elecciones de una manera muy diferente. En vez de grandes mítines, el presidente ha organizado pequeños actos para resaltar los logros de su gobierno y, solo de vez en cuando, se ha referido al "otro tipo" que ocupaba la Casa Blanca antes que él, sin llegar a nombrar a Trump.
Lo que sí ha hecho Biden es arremeter contra los candidatos que su antecesor apoya en las elecciones y a los que llama "republicanos MAGA", acrónimo de "Make America Great Again" (Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo), el eslogan de campaña y de la Presidencia de Trump.
De esa forma, la Casa Blanca ha definido los comicios como una batalla "por el alma" de EEUU entre quienes defienden la democracia y quienes apoyan a Trump.
Biden se siente personalmente identificado con esa caracterización del momento que vive Estados Unidos y ha dejado claro que, si Trump se presenta en 2024, él acudirá al rescate y le vencerá, como ya hizo en 2020.
"Creo que puedo vencer a Donald Trump de nuevo", remarcó el presidente en una reciente entrevista en CNN.
Incluso si Biden decide al final no presentarse a las elecciones, lo más probable es que espere hasta el año próximo para hacer ese anuncio porque, en cuanto lo haga, se convertirá en un “pato cojo” (sitting duck), como se denomina a aquellos presidentes que pierden poder por estar al final de su mandato, apuntó a Efe la profesora de Política de la Universidad de Shippensburg en Pensilvania, Alison Dagnes.
Por su lado, Trump ve las elecciones de 2024 como una oportunidad para resarcir su orgullo y ganar la revancha a Biden, dijo a EFE el profesor de Política de la American University Chris Edelson.
"Trump se siente muy enfadado, humillado por lo que pasó en 2020. No le gusta ser percibido como un perdedor", argumentó Edelson.
Más allá de las emociones, Trump podría presentarse a la Casa Blanca por razones prácticas.
En concreto, para blindarse legalmente contra las múltiples investigaciones en su contra, incluida una del FBI por los documentos clasificados que guardaba en su mansión de Mar-a-Lago y otra de la fiscalía de Nueva York por fraude fiscal.
Esa estrategia podría ayudar a Trump a esquivar cargos penales y, si acaba siendo imputado, podrá argumentar que es por motivos políticos.
En cualquier caso, no hay ganas entre los votantes para una repetición de las elecciones de 2020 en 2024.
Según una encuesta elaborada por el diario USA Today y la Universidad Suffolk, el 64% de los votantes no quieren que Biden se presente a la reelección y la cifra es mayor en el caso de Trump, al que no quieren ver como candidato el 68% de los electores.