LOS ÁNGELES.- Antes de la pandemia, decenas de músicos de Los Ángeles se reunían en Mariachi Plaza, el lugar de encuentro del barrio latino Boyle Heights y emblema para los "chicanos" de la ciudad californiana que durante décadas ha servido de puente entre México y Estados Unidos
Cualquier mediodía normal en este rincón del este de Los Ángeles, cantantes, trompetistas y guitarristas vestirían trajes regionales mientras esperan ser contratados para algún espectáculo o sorpresa; ahora, el virus ha paralizado esa imagen, pero la vida en la segunda ciudad más poblada del país continúa con el ritmo de su música.
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En una área metropolitana de más de 12 millones de habitantes, extremadamente diversa y donde casi el 50 % se identifica como "latino o hispano" hay barrios como éste en el que el último censo estimó que ese porcentaje es del 90 %.
Y en su inmensa mayoría procedentes o con raíces en México.
Taquerías, cantinas, tiendas de deportes con imágenes de futbolistas y luchadores... son estampas habituales de Los Ángeles, menos mediáticas que las fotografías de Beverly Hills o Hollywood -y toda la mitología que les acompaña- pero, también, muy representativas sobre la realidad de Estados Unidos.
"Nací en México pero siempre he vivido aquí, desde pequeña. Mis padres vivieron aquí, he crecido, me casé y tengo mi trabajo aquí", comenta a Efe Minerva en perfecto español.
En esta zona lo complicado es dar con alguien que no hable el idioma.
LOS PIES EN EE.UU., LA MIRADA EN MÉXICO
Minerva gestiona con su marido un negocio en el que vende horchata, aguas frescas, helados, tostas y otros platos.
Antes del coronavirus, los mariachis eran la clientela habitual de este local situado frente al tradicional "quiosco" -escenario- que el estado mexicano de Jalisco donó en 1998 para que la Plaza Mariachi que mira a los rascacielos del centro angelino se uniera con la mítica Plaza Garibaldi de Ciudad de México.
"Los músicos eran el 60 % de mis clientes y ahora pues no hay celebraciones, no trabajan y tampoco vienen", señala.
La preocupación por el coronavirus, especialmente fuerte en California, se extiende de aquí hacia México, un país con enormes dificultades para contener los contagios y el impacto que han generado en la economía.
"Sigo las noticias de México y veo los canales en español", asegura Minerva, quien se ríe cuando afirma que de México sigue especialmente "las telenovelas" pero se interesa por la situación allí, "donde muchos no creyeron" la gravedad de la enfermedad.
Tanto ella como el resto de clientes están perfectamente enterados de la visita que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, hará esta semana a la Casa Blanca.
Quien tiene la fecha del encuentro entre Trump y López Obrador marcada en el calendario es Pedro Prieto, al frente de la tienda familiar de artículos deportivos.
"¿Es el día 8 verdad?", pregunta y se da la respuesta.
LA CULTURA "CHICANA" A LO LARGO DE GENERACIONES
En la tienda de Prieto predomina el fútbol, equipaciones y fotografías de equipos cuelgan de las paredes mientras la televisión emite el partido del Sevilla FC contra el Eibar de la liga española.
"Yo nací aquí en Estados Unidos, mis papás son mexicanos, empezaron el negocio en 1974 y ahora lo manejamos mi hermana y yo", relata.
Como muchos "chicanos" -término que define a estadounidenses de ascendencia mexicana-, Prieto, que vivió 12 años en México y regresó a Los Ángeles, se siente de los dos países.
"Orgulloso de haber nacido en Estados Unidos, y también de México y de mi familia", afirma.
La actividad de su tienda deportiva es un ejemplo perfecto de la convivencia de estas dos culturas, con el fútbol y el béisbol como deportes estrella.
"Cuando mis papás iniciaron el negocio, los primeros 20 años fueron casi al 90 % de fútbol y los últimos 20 han ido más hacia el béisbol", recuerda Prieto, quien sigue la "información política y deportiva de México".
Los restaurantes que rodean la tienda repiten la fusión de los dos países, algunos con carteles que anuncian tacos, pastrami y hamburguesas, o bares que emiten partidos de fútbol de España y Latinoamérica, además de encuentros de la NBA.
EL RETO DE MANTENERSE AUTÉNTICOS
Pero desde hace unos años hay un tema que ocupa las conversaciones en Boyle Heights: la gentrificación, el proceso por el cual la población de un barrio se ve desplazada por personas de un nivel económico superior.
Ese movimiento es especialmente agresivo en una ciudad como Los Ángeles, donde una combinación de especulaciones inmobiliarias, burbujas de mercado y cambios en las tendencias es capaz de activar y degradar barrios enteros en un abrir y cerrar de ojos.
Con la llegada del metro y la ausencia de pandillas, los inversores pusieron su foco en este enclave latino y los alquileres de muchas familias asentadas durante generaciones comenzaron a dispararse.
Pero el sentimiento de comunidad unió a los vecinos, que han conseguido pausar el proceso con acciones que van desde promover el control de la renta -aplicado en numerosas zonas de California-, aunque sin evitar conflictos con los nuevos negocios que buscan atraer a clientela "hipster"
La lucha fue tan sonada que Netflix y America Ferrera se fijaron en ella y crearon la serie "Gentefied", centrada en la vida de una familia latina que tiene un modesto restaurante en Boyle Heights, un vecindario tan estadounidense como mexicano, al menos en alma.