LOS ÁNGELES - Netflix aseguró el martes que "The Squid Game" ("El Juego del Calamar") es el mejor estreno de la historia de la plataforma al sumar 111 millones de espectadores en sus primeros 28 días de emisión.
La serie surcoreana, convertida en un fenómeno mundial de masas, supera así a otros formatos de éxito como "Bridgerton", que hasta ahora ostentaba el récord con 82 millones de espectadores, "The Queen's Gambit", "Stranger Things", "Tiger King" o la española "Money Heist" ("La Casa de Papel").
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Sin embargo, ante los datos de audiencia de Netflix es recomendable andar con pies de plomo, ya que el método que usa la plataforma para definir un visionado resulta muy controvertido: basta con que un abonado vea un contenido concreto durante dos minutos para que se contabilice como espectador.
La compañía lleva con absoluto secretismo todo lo referente a sus audiencias, que no están auditadas por una empresa externa como acostumbran desde hace años las cadenas de televisión tradicionales.
A pesar de las dudas sobre cómo contabiliza sus éxitos (de sus fracasos no hay noticia), está claro que "The Squid Game" es uno de los formatos televisivos más populares en el último año.
Según las métricas de Google, las búsquedas relacionadas con la serie eclipsan a las de cualquier otro título, un modelo de zapatillas Vans similar al que visten sus protagonistas ha aumentado sus ventas en un 7,800% y una operadora de internet surcoreana llegó a pedir a Netflix una indemnización por el incremento en el uso de banda que supuso su estreno en Corea del Sur.
El jefe de contenidos de Netflix, Ted Sarandos, ya avisó hace un par de semanas de que la serie tenía "muchas posibilidades de convertirse en su programa más importante".
La trama de "The Squid Game" arranca con el protagonista Seong Gi-hun, un hombre endeudado que contacta al organizador de una competición que podría suponer la solución a todos sus problemas. Allí, encontrará a 455 personas de diferente clase social, todas con los mismos números rojos, dispuestas a luchar a vida o muerte por un premio millonario.
El éxito de la serie sorprendió a Netflix, que sólo promocionó su lanzamiento en Corea del Sur y ni siquiera ofreció pases de prensa en Estados Unidos.
Pero el algoritmo de la plataforma, que detecta el contenido más exitoso en una región y lo potencia en otras, llevó a esta ficción al número uno en más de 90 países.
"Es un crecimiento salvaje. Producimos contenido local en todo el mundo y queremos que tenga impacto en los países en los que se hacen, pero de vez en cuando uno rompe en todo el mundo", analizó Sarandos, al comparar el fenómeno de "The Squid Game" con títulos en español como "La Casa de Papel" y "Elite", que han plantado cara al dominio de Hollywood.
Lee Chang-keun se vio reflejado en “Squid Game”, la brutal serie de Netflix sobre gente desesperada que compite en juegos mortales para niños en la esperanza de poder pagar sus deudas.
Se identifica con el protagonista, Seong Gi-hun, quien perdió su trabajo en una fábrica de autos, tiene problemas familiares y lidia con fracasos comerciales y su afición a los juegos de azar.
Un individuo al que le debe dinero le da una paliza y lo obliga a ofrecer sus órganos como garantía. Sin embargo, recibe una misteriosa oferta para participar en seis juegos de niños tradicionales en Corea del Sur por la posibilidad de ganar 38 millones de dólares.
Seong debe batallar con cientos de personas como él, con serios problemas financieros, en una competencia extremadamente violenta, en la que el que pierde muere.
“Cuesta ver algunas escenas”, dice Lee, un empleado de Ssangyong Motors que sufre problemas financieros y de depresión desde que la casa automotriz los despidió junto con otros 2,600 empleados en el 2009.
La serie ha tenido un éxito fenomenal en todo el mundo desde su estreno en septiembre y podría ser el éxito más grande en la historia de Netflix. Igual que Lee, mucha gente se identifica con la problemática que expone la serie por la falta de empleos, el endeudamiento personal y las desigualdades económicas.
La serie plantea serios interrogantes acerca del futuro de una de las economías más pujantes de Asia.
Luego de años de protestas, batallas legales y la intervención del gobierno, Lee y cientos de personas recuperaron su trabajo. Numerosos empleados o familiares de ellos, sin embargo, se suicidaron mientras estuvieron desempleados y cayeron en la miseria.
“En ‘Squid Game’ ves personajes que luchan por sobrevivir tras quedarse sin trabajo. Me recuerda a muchos compañeros que fallecieron”, dijo Lee.
Agregó que él y otros compañeros no podían conseguir trabajo porque fueron colocados en listas negras por ser considerados agitadores sindicales.
Un informe de la Universidad de Corea del 2016 indicó que al menos 28 personas despedidas por Ssangyong o parientes de ellas se habían suicidado o padecían graves problemas de salud.
“Squid Game” es una de varias series sudcoreanas inspiradas en los padecimientos económicos de la gente. Ha sido comparado con “Parasite”, la película de Bong Joon-ho que ganó un Oscar, enfocada en la violencia subyacente detrás de la fachada exitosa de la economía sudcoreana.
Corea del Sur renació de sus cenizas tras la devastación causada por la guerra coreana de 1950-53 y cuenta con una economía floreciente. Pero no todos se benefician.
“Si bien hay problemas de clase en todos lados, pareciera que los directores y los guionistas sudcoreanos abordan el tema con más audacia”, comentó el director de cine Im Sang-soo.
En “Squid Game”, los problemas de Seong se remontan a la pérdida de su trabajo en la casa automotriz Dragon Motors, un nombre que alude a Ssangyong, que quiere decir “dragón doble”.
Cientos de trabajadores, incluido Lee, ocuparon la fábrica de Ssangyong durante semanas en el 2009 para protestar los despidos, hasta que fueron expulsados por la policía, haciendo uso de la fuerza. Decenas de personas resultaron heridas.
Todo esto fue incorporado a la trama de “Squid Game”. Seong recuerda cada tanto a un compañero que murió a manos de rompehuelgas mientras organiza a otros participantes en el juego para crear barricadas con camas del dormitorio e impedir ataques nocturnos de rivales muy violentos decididos a eliminar la competencia.
Al final de cuentas, cada uno queda librado a su suerte en una feroz batalla entre cientos de personas dispuestas a arriesgar sus vidas con tal de salir de la pesadilla que representan deudas imposibles de pagar.
La serie cuenta con otros personajes marginados o destruidos, como Ali Abdul, un obrero paquistaní sin permiso de residencia al que le faltan algunos dedos y a quien su jefe no quiere pagarle, simbolizando la forma en que el país explota a los más pobres de Asia e ignora las peligrosas condiciones de trabajo y a los patrones que no pagan a sus empleados.
También está Kang Sae-byeok, una refugiada norcoreana carterista desesperada por reunir dinero para sacar a su hermano de un orfanato y sacar a su madre de Corea del Norte.
Muchos sudcoreanos sufren tratando de progresar en una sociedad en la que los buenos trabajos escasean cada vez más y los precios de las viviendas están por las nubes, lo que hace que la gente a menudo se endeude mucho o haga inversiones riesgosas.
Kim Jeong-wook, otro empleado de Ssangyong que se pasó meses con Lee en una chimenea de la fábrica de la empresa en el 2015, exigiendo la contratación de trabajadores despedidos, dijo que no pudo seguir viendo la serie tras el primer episodio.
“Fue demasiado traumático”, expresó.